Ya veremos ❤️
Antes de que leas lo que te traigo hoy, tengo que ponerte en situación.
Hace unos meses, a principios de noviembre, poco antes de mi cumpleaños (27 de noviembre) falleció mi abuela Carmen. La yaya Carmen, para la familia.
Mi abuela era donante de cuerpo. Eso quiere decir que te mueres y al rato vienen los de la Universidad de Barcelona, se llevan tu cuerpo y no hay funeral ni historias de estas para despedirse.
En el caso de mi familia, decidimos hacer algo que ya hicimos cuando falleció mi abuelo, que es organizar una “fiesta” a modo de homenaje.
Obviamente, yo salí a hablar y a decir unas palabras sobre mi abuela.
Lo que vas a leer a continuación es lo que dije ayer ante toda mi familia y amigos de la misma. Éramos unas 140 personas.
Si he decidido compartirlo es porque no fueron pocas las personas que me dijeron que les había gustado, que fue muy emotivo y que más allá de recordar a mi abuela, lo que dije era una lección de vida.
Y esta newsletter va de eso.
De decir cosas que animen y motiven, aunque a veces se digan desde la tristeza.
Te dejo con el texto.
Gracias a todo el mundo por venir.
Creo que mi abuela estaría muy feliz de ver a tanta gente de la familia y amigos aquí reunida.
Creo que hemos tenido mucha suerte en mi familia de tener a mi abuela Carmen, suerte de que haya sido nuestra abuela, madre, tía o amiga, así como tuvimos la suerte también de tener a mi abuelo Joaquín.
Yo he perdido, bueno… no me gusta decir perdido, porque al final es ley de vida y lo importante es todo el tiempo que hemos podido disfrutar de alguien, ¿no?
Así que diré… en 2 años he dejado de poder disfrutar de todas mis abuelas.
Yo no tenía 2, tenía 4.
Mi abuela Carmen, mi abuela Lola, con la cual estaba muy unido, mi otra abuela Carmen, la madre de José y Mirna, la madre de Ruth, que es la mujer de mi padre.
Por suerte, he podido disfrutar lo máximo posible de todas ellas, todo lo que he podido. Y he aprendido mucho de todas ellas también.
Y sobre todo de mi abuela Carmen he aprendido algo y es que a pesar de las cosas malas que a uno le pueden pasar, nunca hay que perder la sonrisa ni hay que dejar que una situación te hunda.
Siempre con humor. Así era la yaya Carmen.
Quiero terminar explicándoos lo último que me dijo mi abuela, un par de días antes de que nos dejase… y que tiene que ver con esto.
Y es que estaba a solas con ella en el hospital, hablando con ella y le dije:
“¡Yaya! Que Sandra y yo nos hemos mudado, que ya no vivimos en Sant Andreu, que hemos vuelto al Guinardó y ahora vamos a vivir al lado. Así que cuando salgas del hospital podré ir a verte más a menudo”.
Entonces me miró, sonrió, me guiño un ojo y me dijo “… “ya veremos”.
Y pensé “que jodía, como sabe que de aquí no sale y aún así me lo dice sonriendo y haciendo broma”.
Eso es lo que me llevo de ella y lo que me gustaría que se recuerde de mi abuela.
Una persona que nunca dejó de sonreír y que siempre, hasta su último momento, le gustaba hacer bromas.
Así que disfrutad lo máximo posible de vuestra familia, de vuestros abuelos, padres, madres hermanos, parejas, hijos….
Y sobre todo, no dejéis de sonreír y de hacer bromas.
Por mis abuelas y porque es lo mejor que tenemos y lo que nos alegra el día a día.
PD: en la foto, mis abuelas Lola y Carmen. Por vosotras ❤️
Jaume Estruch.