El mejor email de Unai Aso
Oda al fracaso
No conocía a Unai hasta que La Stoa le retó para participar en esta newsletter.
Y oye, tras leer lo que estás a punto de leer, es alguien a quién tenerle en el radar.
Podría hablar maravillas de él, seguro. Pero le conozco poco, así que dejaré que sean sus palabras las que te convenzan de que es alguien con mucho que aportar.
Me
voy
a
comer
el
mundo.
O eso creía yo cuando empecé en esto de Linkedin hace ya un tiempo.
¿Cómo no me iba a comer el mundo siendo lo que era (y todavía soy, claro)?
Un avezado psicólogo experto en conducta y con una base —más que razonable— de conocimientos de marketing que se sabía todos los trucos habidos y por haber para persuadir al personal.
Toma ya.
Toma, que toma, que toma, toma, que toma, que toma, toma, que toma, que toma tá.
(Si esto último lo lees sin la musiquilla de fondo no es lo mismo, todo sea dicho)
En fin, que en esas me encontraba yo. Presto y dispuesto a comerme... Linkedin, supongo.
Empecé a escribir sobre redacción y estrategias de marketing de contenidos.
Como si fuera un hacha, un máquina, un miura, un pantera, un pedazo de crack al que se debe prestar atención.
Era fácil: bastaba con seguir las indicaciones, ya sabes: que si la técnica AIDA, el método PAS, el FAB, el PPPP, el UUUU y el tururú.
Cualquier cosa con tal de parecer que sabes de lo que hablas.
Porque aquí vende el que mejor se vende, no el que más sabe, que decía aquel.
Y ojo, que no se me entienda mal.
Seguro que hay personas muy valiosas y técnicamente competentes que se curran sus textos y contenidos en Linkedin.
Seguro no; lo sé.
Pero que cualquier gurriato, a los dos meses de estar escribiendo textos con plantillas, se crea que es David Ogilvy..., pues chico, no sé, da un poco de grima.
Y la culpa, probablemente, no es del propio gurriato que se cree eso.
Es la propia red social la que atrae a wannabes de todo el mundo y propicia esa especie de consagración de un individualismo kafkiano en el que cada uno dicta sus propias normas y se concede a sí mismo méritos y capacidades de dudosa procedencia.
Pero ¿sabes qué pasa?
La realidad, tarde o temprano, te da un guantazo y te quita la tontería rapidito.
Porque la cosa no es tan sencilla como la pintan.
Una de las lecciones más valiosas que he aprendido a lo largo de estos años ejerciendo como psicólogo es que el mejor libro de autoayuda es el que no existe.
Olvídate de gurús, expertos, maestros, mentores.
Todo dios te va a intentar vender lo que sea (con tal de que aflojes la pasta).
Y es que el éxito está muy cotizado.
Pero ¿sabes lo que no está tan cotizado y es incluso más necesario que tener éxito?
Exacto: fracasar.
¿Tú sabes lo difícil que es asumir que no somos nadie, que podemos ser indiferentes al mundo, que no somos especiales y que vamos a cagarla una y otra vez?
Todo el mundo quiere triunfar, pero muy pocos están preparados para lamerle las botas a don fracaso.
Mira.
Fracasar no está bien visto.
Fracasar es una palabra que normalmente asociamos a la frustración, la desesperanza, la decepción. Ansiedad. Malestar. Depresión.
Pero el fracaso es lo que hay detrás de la inmensa mayoría de experiencias vitales, incluidos los intentos de petarlo en Linkedin.
Y no pasa nada.
Repite conmigo: No pa-sa na-da.
Hay que normalizar el fracaso. Sin estridencias. Sin dramas.
Porque lo que ves en Linkedin es un escaparate, no la realidad.
Ni el uno por ciento de los que lo intentan terminan consumando.
Y probablemente tú formes parte de ese noventa y nueve por ciento restante (no quiero desmoralizarte, lo que quiero es que seas realista).
Entonces, ¿qué sentido tiene fingir lo que no somos?
Mostrarse auténtico es la mejor garantía de poder dormir con tranquilidad por las noches. Te quita el insomnio de un plumazo.
Mostrarse auténtico para demostrar lo descarnada que es la vida sin edulcorar.
Para poder enseñar al mundo las cicatrices de tu última batalla.
Y reconocer con orgullo tu vulnerabilidad.
¿No crees que es mejor plan que ir persiguiendo la zanahoria como pollo sin cabeza?
Si hasta te he dado ideas para crear tu propio negocio.
Podrías poner en la descripción de tu biografía profesional lo siguiente:
«Experto en vulnerabilidad. Te ayudo a fracasar más y mejor para crecer como persona.»
Yo te lo compro.
Así que ya sabes.
¡A fracasar, a fracasar, hasta enterrarlos en el mar!
PD: Reto a Angel Jurado-Centurión a participar en esta newsletter.
Unai Aso
Espero que te haya gustado este email. Te dejo por aquí el LinkedIn de Unai.
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